Te cuento que a veces te me antojas insondable como un
abismo profundo y oscuro. Y otras veces creo que te conozco de toda la vida,
como si siempre te hubiera tenido cerca. Te cuento que te siento dentro de mi
pecho, en mi estómago, como las náuseas irrefrenables que producen los nervios.
Ahí es dónde te has acomodado últimamente: dentro de mí. Paseas a tus anchas en
mi interior como un okupa que no tiene miedo a ser desalojado. Te aferras a las
paredes de mi caja torácica. A veces creo que habitas justo detrás de mi
estómago, el cual empujas hasta tocarme el corazón. Si no, no entiendo esa
sensación de no poder respirar cada vez que te noto.
Te cuento que ahora mismo tengo frío y me duele la espalda,
y por la ventana me veo a mi misma regando madreselvas.
Verdades afiladas que no sé bien cómo te sentarán, historias
con música, lunares y pecas en tus hombros… te cuento tantas cosas. Te cuento
entre las personas que más me importan. Y te lo cuento todo con la esperanza de
que vengas aquí, te acomodes a mi lado y seas tú quien me cuente.
Es genial.
ResponderEliminar