Saboréalo despacio,
con o sin cuchara,
pero ve lento.
T
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e invito a un
tiramisú. No a un tiramisú cualquiera, no uno de esos que se venden envasados
por un fabricante mayorista, ni uno de esos otros que sirven en los
restaurantes que creen hacer bien la receta. El tiramisú al que te invito es
diferente al resto de cualquier postre porque será nuestro, para nosotros, para
tu boca y la mía. Será especial también en el procedimiento de degustación pues
debe comerse con las manos, usando los dedos, la punta de los dedos que habrás
de chupar y saborear con la más intensa dedicación. Lo tienes enfrente de ti
dispuesto en un delicado plato blanquecino. ¿Lo ves? Debes hundir primero la
punta de tu corazón – el dedo corazón- para atravesar la fina y expugnable capa
de cacao en polvo. Esta es apenas perceptible para el tacto de las yemas de los
dedos. No es así en el caso de la segunda capa en la que deberás abrirte paso
usando también el dedo índice, lo que ayudará a que haya más superficie de contacto.
De esta manera habrás de introducirte lentamente en la cremosa y tibia crema de
queso mascarpone. Nota cómo se rompe su consistencia, cómo se adhiere alrededor
de tus dedos, atrapándote entre su sedoso y untuoso cuerpo; disfruta del tacto,
de cómo resbala la crema entre tus dos dedos mientras deslizas uno contra otro.
Sigue paseando y profundizando, como quien descubre el tacto de meter su mano
en un montoncito de arena fría, hasta llegar al bizcocho. ¿Lo notas? Está
húmedo, jugoso, impregnado de café y licor, esponjoso y delicado, hinchado y
lleno de aire… rómpelo. Deshazlo con la punta de los dedos, habrás llegado ya
al fondo. Ahora es cuando debes prestar más atención al resto de tus sentidos:
inhala su aroma, observa su brillo, mueve los dedos rodeando ese trozo de dulce
y delicado postre. Sostenlo con delicadeza ayudándote de un tercer dedo y
dirígelo hacia tu boca. Estarás salivando y preparado para cerrar los ojos y
disfrutar de los sabores que se acoplan perfectamente entre ellos: el bizcocho
borracho de café, el queso batido, el cacao…Recibe tus dedos con toda tu boca y
chúpalos, que salgan limpios y
brillantes, no te dejes nada. Y ahora paladea ese trozo de tiramisú, haz que tu
lengua le dé vueltas dentro, que el sabor y la textura recubran hasta el cielo
de tu boca. Traga. Chasquea la lengua. Espira el aire para notar el recuerdo de
todo el sabor que se aferra a tu lengua, al interior de tu nariz. ¿Me das un
trozo?
Sin palabras★★
ResponderEliminarGracias ;)
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